La semilla de la obediencia

Fernel Monroy


Rom. 16:19

Nosotros somos sembradores, continuamente estamos sembrando. Lo que sale de nuestra boca es una siembra, de la misma manera puede alguien sembrar maldiciones cuando habla maldiciones, qué triste cuando alguien está sembrando deshonra, murmuración, hablar mal de una autoridad, ESO ES UNA SIEMBRA.

Nunca la cosecha es semejante a la cosecha en cuanto a cantidad, siempre la cosecha es mas abundante que la siembra. La desobediencia trae consecuencias desastrosas, dolorosas, tristes y lamentables. Por la desobediencia vino la transgresión y entró el pecado, contaminó el género humano. Cada cosa que se hace fuera del Señor la vamos a cosechar. Hay una ley descrita en Gálatas 6:  “...todo lo que el hombre sembrare eso mismo cosechará”.   

Debemos cuidar lo que sembramos, porque desde el momento en que nos despertamos, podemos sembrar una sonrisa en nuestros seres queridos y eso vamos a cosechar, pero si sembramos gritos sin fundamento y castigos injustos, vamos a cosechar rebeldía. La importancia de sembrar una semilla de obediencia, la vemos también en  Dt. 15:16, honrar a los padres da largura de días, lo contrario, deshonrar a los padres va a traer una consecuencia negativa, el mal le seguirá y los días se acortarán.  Evitemos que nos maldigan  a causa de nuestra mala siembra.

La       semilla de obediencia trae cosechas de bendición

Dios juró bendecir, multiplicar, y ensanchar a Abraham porque el escuchó  la voz de Dios, guardó sus preceptos, sus mandamientos, sus estatutos y sus leyes.  Dios bendijo a Isaac por la siembra de obediencia de Abraham.

Padres, ¿qué siembra estamos haciendo? Si estamos obedeciendo, estamos abonando a la cuenta de nuestros hijos bendición, bondad, beneficios, porque Dios hace memoria de esto.

En 2 Tim. 1:5 se refiere diciendo  : “La fé que habitó en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, esa fe, habita en ti (refiriéndose a Timoteo). La abuela sembró fe, cosechó la hija y el nieto. 

Dios ve nuestra obediencia cuando  nos llama

En Lucas 9:57-62 leemos una enseñanza acerca de personas que querían seguir a Jesús; primero esta una persona que se ofrece: “Señor te   seguiré a donde quiera que vayas”. Dios ve su corazón y  sabe que hay un interés mezquino.

Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Otro que ofreció su servicio: “Te seguiré Señor, pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa”.

El primero no puso condiciones porque tenía intenciones mezquinas. Los otros sí pusieron condiciones, pero Jesús no se las aceptó porque la semilla de obediencia determina la cosecha de bendiciones.  Lo que tu siembres hoy al llamado de Dios te va a traer consecuencias de bendición posterior.  

Deja entrar a Jesucristo en tu corazón, repite esta oración...